21 diciembre 2009

De mis teorías conspiranfaluticas
Que de conspiranflauticas poco o nada

Por varios años este ha sido el único espacio que aguanta mi inconstancia, por eso siempre vuelvo a él, firme como los no lugares.

Durante estos años han pasado muchas cosas, pero sobre todo ha pasado el tiempo con su eficiente tarea, trayendo arrugas, llevándose células muertas, hoy me siento vieja, pero no vieja con articulaciones que ya no articulan, más bien mayor, ya no me dicen niña soy “señora” y “mamá” calificativos que además asumo con dignidad, bueno ya no me puedo subir a una lancha de un salto.

Mi piel ya no aguanta tanto sol, sin embargo eso que duele cuando alguien se va ya no duele tanto, esas asonadas de despedidas han hecho callo dónde creí nunca tenerlo.

El mar siempre será mi pasa hojas, se acerca mi cumpleaños, he perdido amigos, he ganado enemigos, pero sobre todo atesoro lealtades, sistema de padrinazgo que al final es eficiente, la eficiencia es el tema que me ocupó todo este tiempo.

Rojo y negro van quedando atrás, el azul se viene cada vez más pálido, seguramente echará luces, pero sobre todo llego a él con el cuenta kilómetros re iniciado, el tacómetro en cero, arranco sin tanto afán, sabiendo que siempre hay semáforos.

07 noviembre 2009

De ser mujer, la cooperación y mi crisis
En vista de que he desistido de seguir utilizando la que durante último año fue mi mejor letrina, escribo varias reflexiones para que no se me olviden.

Es claro que el nombre de este blog es perfecto, Este lote no esta en venta evoca claramente lo que es esto un terreno que uno ve pasar por la ventana del carro y se pregunta “¿quién lo va a comprar si esta lleno de hojarasca?” bueno, todo tiesto tiene su arepa. Sin embargo, su dueña se empeña en no vender, y hacer aunque sea asado con tanta rama seca.

Así las cosas vengo a asar una idea que se me ocurrió en clase de Cooperación Rural. Durante los últimos días he tenido varias revelaciones relacionadas con mis orígenes, mi familia, las mujeres a mi alrededor, lo retrógrados que pueden ser algunos jóvenes machos, el silencio (sobre todo el mutismo), el perdón, la maternidad y la cooperación entre las mujeres. Todo esto resumido en esa idea mía relacionada con la imposibilidad de entender el mundo femenino si no se ha vivido en él.

Varias de mis amigas SUPER mujeres, dirán, no hay tal imposibilidad “todos sentimos lo mismo”, “yo soy como un niño” y estupideces que generalizan una condición que sin duda nos hace diferentes, muy diferentes, pero sobre todo privilegiadas.
Lejos estoy de ser una “feminista” como asegura mi querido compañerito de pupitre, porque no se que significa el termino y estas reflexiones nacen de una visión del mundo que me fue implantada desde la niñez.

Como este es un asado, que más bien esta empezando a tomar forma de sancocho de río, es importante aclarar que todo esta lleno de humo y es un caldo en desorden, porque carezco de metodología para cocinar y para otras artes que al parecer se me dan muy bien.

Hoy se retomó el tema de un encuentro de parteras (del que me gustaría tener información pero no la puedo encontrar) donde estas mujeres se reunieron a compartir experiencias, rescatando la anécdota de una partera en Buenaventura que tuvo complicaciones con un parto y llamó a través de su celular a una colega en Brasil y luego de una conversación de 40 minutos, a dos lenguas porque ninguna sabía el idioma de la otra, lograron salvar la vida de la mujer que daba a luz en el Pacifico.
Es una bonita anécdota, sí, pero sobre todo reveladora respecto a lo que he pensado en los últimos días, no conozco mejores cooperadoras, generadoras de redes, ni mejores gestoras que las mujeres, y saldrán los señores y me darán mil ejemplos, pues sí, pero no.

No es ninguna novedad los siglos de silencio, no confundir por favor con represión, del mundo femenino, el misterio de la menstruación, de la gestación y ni hablar del parto. Todo alrededor de los cambios físicos, el conocimiento que se transmitió de generación en generación, los mitos, las verdades, que sólo las mujeres conocen y siguen conociendo, conocimiento que durante mucho tiempo fue exclusivamente femenino … todo esta información que no podría existir sin la diligencia, capacidad de gestión, pero sobre todo, confidencialidad acuñada por todas durante mucho, mucho tiempo.

Dije al principio que esto es un sancocho, y mientras lo escribo se que no tiene coherencia pero no importa, porque esa anécdota sólo validó mi tesis (muy personal) respecto a todo lo que no se dijo durante generaciones y sigue sin decirse. Esta dinámica de ser la comprensiva, la silenciosa y tener sólo unos cartuchos en la pistola que ayuda a desahogarse, porque sino, son unas viejas locas.

Con los ojos abiertos como platos escuchaba a mi abuela contar como había perdido dos hijos por culpa de los golpes que le daba mi abuelo, y lo importante del relato que escucho desde que tengo uso de razón, nunca han sido los golpes, que al final pasa, sino por una parte contarme cuales son las diferencias entre un feto de un niño y el de una niña (que creo entre otras no existen, pero mi abuela dice que vio lo que vió) y por otra su tristeza por no poder haber llegado a termino con esos embarazos.

Con los ojos hechos charco escuchaba en silencio a mi amiga que sospecha que su compañerito de pupitre tiene otra y lo mejor es la conclusión a la que llega “mejor no le digo nada ¿qué dirá? Que estoy loca” y lo más probable es que sí, que diga eso, pero eso no es descalificación, no, es que lo mejor para nosotras, o el ideal es ser lo menos locas posibles. Bueno, a mi me sonó autosensura, de que además he sido participadota activa durante mucho tiempo, sin embargo siempre una mujer va a entender de lo que hablo, así el directo implicado ni se de por aludido del dolor que esta causando.

Tengo un hijo que vive besuqueando a su prima, la abraza y trata de consentirla, pero nunca la tiene en cuenta para juegos fuertes ¿por qué? No se porque sencillamente es así…entonces mi sobrina viene a bailar con nosotras y a hacer ojitos, porque con un año los sabe hacer muy bien.

Otra se pregunta cómo hace para aguantar sola, esta vieja y reconoce su “necesidad de macho” como un problema serio, que además no se debe notar pues porque una mujer nunca es necesitada. Otra aguanta al marido con enfermedad terminal, mientras su economía se cae alrededor.

Y podría seguir por siempre, sólo para seguir reafirmando que nacer niñas solo nos hace más fuertes. ¿Cuál igualdad de género? No creo que en aras de eso este interesada en perder esta superioridad.

09 agosto 2009

Convenciendo - nos

Últimamente es costumbre olvidarme de los debería, debería estar haciendo lo que debo estar haciendo pero en cambio, me encuentro abriendo un libro que debe tener más de diez años en la biblioteca, porque los debería están siendo ocupados por los me gustaría, que había olvidado hace más de diez años, porque deber siempre es más fácil que querer.

Vimos La pasión de Gabriel sobra decir que no es excelente pero la lágrima se asomó, últimamente la lágrima se asoma por todo, es un buen intento, como casi todo el cine colombiano, pero siempre hace falta, porque si señores la mediocridad nos lleva por los cuernos, y respecto al tema adhiero a Luis Fernando Afanador. Porque de eso no se trata este remedo de post.

Fue imposible ver esa película y no evocar al señor Evelio Rosero con sus Ejércitos y creerse el cuento, el intento este de plasmar una historia que no tiene cuándo ni cómo acabar, la que se repetirá por siempre, a veces creo que volver a contarla es redundar, quedaran registros en fotogramas y papel, siempre cíclica, volverá a repetirse. El punto del remedo de post tampoco es ese.

El punto es que me encuentro tratando de hacer lo que debo hacer cuando me acuerdo de un librito de esos de colegio “El aprendiz de mago y otros cuentos de miedo” y sorpresa, el autor que entretuvo varias noches de mi pubertad, es el mismo que, ahora entrando a esta temida adultez ,me entretuvo casi el mismo número de noches leyendo su historia de horrores.

No son los horrores los que ocupan mi cabeza hoy:

“De pronto quería deshacerme de mi amigo. Olvidarlo. A él y a su magia. Quería ser otra vez un respetable y preocupado vendedor de salchichas. Pero entonces oí: “Venga, joven. Yo lo ayudo”. Y el mago dio un salto y me envolvió en su capa y volamos directo al pabellón internacional de vendedores de salchichas, El mago me dejo en la puerta y empezó a despedirse…

“Por dios”, le dije, todavía azorado por el vuelo, “enséñeme a volar. Yo no quiero vender más salchichas.”

Y era que de pronto comprendía que no deseaba ser otra cosa en el mundo que mago, o, por lo menos, aprendiz de mago.

Y no volver a oír hablar jamás del precio de las salchichas.

El mago regresó hasta mí, pensativo. Me estuvo mirando un buen tiempo, de hito en hito.

“Convénzase”, dijo.

Yo abrí la boca, estupefacto.

“Aun no he podido” respondí”

“Convénzase”, repitió.

“Yo…” dije, sin saber que más añadir.

“Con-ven-za-se” me insistió.

Vi, en el cielo, volar una golondrina. Detrás de mi nadaban millones de latas de salchichas regadas por el mundo, en el mar y en los desiertos, en los montes y los ríos.

“No puedo”, dije, “quiero convencerme y no. Sólo le ruego que me entregue la palabra mágica”.

El mago resopló, decepcionado. Me dijo después:

“Un mago nunca debería explicar el secreto de su magia. Eso sería ir en contra de sí mismo y de la magia…Pero…”.

“¿Pero?” repetí, esperanzado.

“Voy a darle mi secreto” dijo. Me pidió con un dedo que me acercara. Yo incliné la cabeza y el mago me dijo en secreto su gran secreto para volar:

“Vuele”, me dijo.

Y todavía añadió:

“Convénzase de volar, pero sin mucho vino, porque se puede caer”.

Y me dejó.”

Estoy convenciéndome – te.

14 julio 2009

Así a usted señor no le guste, aquí vamos


La casa blanca con rojo quedaba arriba en la montaña, era en L, con una cancha de lo que quisiéramos en la mitad, helechos en los corredores y cuartos que se atravesaban por puertas que nunca acababan. Teníamos un altillo que olía a lo que era: húmedo, siempre lleno de botellas de tequila vacías y música regada por todo lado; en el altillo no había camas, sólo catres. Esa casa es en pasado porque ya ni el recuerdo me parece propio.

Yo vivía abajo de la montaña, hacía calor, todo era inmaculado, la sombra de las palmeras, los niños en la piscina, el calor me despertaba en las mañanas y yo me preguntaba ¿para qué tengo cobijas?

Cuando me anunciaban la subida a la finca, el almuerzo los domingos, me entraba el llanto, el mismo que me acompaña ahora por razones insondables. Ahora ese llanto se me antoja simple: sabía que nunca iba a querer volver.

Para subir a la finca había que treparse en el Land Rover verde manzana de la tía, atrás nos íbamos todos los “niños” que ya con 16 estábamos lejos de serlo. Era territorio libre, mientras en caravana los otros carros subían sólo con dos personas, que ahora, rechazadas, seguro también respiraban de tanto lamento, los primos subíamos sin afán a lo que equivocadamente llamábamos desnucadero.

Entonces en la parte de atrás empezaba este vendito juego “se supo todo, se supo todo” y entonces bienvenida la duda, en cuarenta y cinco minutos de camino me la pasaba pensando ¿pero, qué se supo? Y algún instinto de esos que ya no conservo, me obligaba a callar, y toda la trocha era tortura, y no se veían los cafetales y no podía verles bien la cara y mi corazón chiquito se llenaba de dudas ¿de verdad se sabrá todo? Y entonces no podía respirar y miraba por la ventana con esa cara que Ricardo todavía reconoce “estás brava” y empezaba a respirar duro, y pensaba tan fuerte que me parecía que gritaba que yo sabía que no sabían nada, que no me molestaran.

Me iba ahogando, todo era importante, porque, obvio, si se sabía todo, yo quedaba sin nada, entonces se me asomaban un par de lágrimas, y mejor cerraba los ojos, hasta que entraba esa ráfaga fría, y el olor a tierra húmeda y me apeaba y corría a la hamaca que quedaba en el balcón, miraba para el abismo, sonaban las abejas y llegaban los mismos de la jugarreta, tranquila que no sabemos nada.

Dormida no pesaba, mágicamente amanecía en medio de cuatro más y por la ventana sólo la montaña, abajo el olor a arepa, la voz de mi abuela, el abuelo gritando que vamos a recoger guayabas. Sólo había verde y entonces me daba cuenta de que ese recuerdo, diez años después me golpearía, extrañaría el verde, la hamaca, la casa.

Hoy las cobijas son necesarias, ya no hay jeep, mi tía me pregunta “¿Cuándo va a venir?” pero yo no quiero ir a la nueva casa, ni a comer piña, ni a la piscina. Quiero el frío, las noches de acampada tiritada, poder decirles a todos estos que me dicen hoy “se supo todo”: ¡ja!, no saben nada.

03 abril 2009

Nada mio

No había vuelto a escribir, la constante pregunta ¿por qué? Por fin ha encontrado su respuesta, ya no siento, ya no siento más ni menos, ya no siento como antes, pero este cuerpo, o lo que sea esta materia, necesita emociones, supongo la adrenalina la venden en ampolletas, las compro todos días en muchos empaques diferentes, ajenos, llenos de alegrías y tristezas que no son mías.

Supongo que este es el resultado de tanto afán, sería tanto, que ya ni cansancio me queda, sólo estas ganas de sentir, no esas cosas insulsas que siento todos los días, sino de sentimientos que me agobien, que no me permitan pensar más.

“No voy a poder descubrir una ciudad sin él” yo sólo la miro y me dan ganas de llorar, no porque yo halla descubierto ciudades con nadie, de hecho siempre lo he hecho sola, sino porque recuerdo esas eternas llegadas simulacros de partidas que antes dolían tanto, ahora sólo lo ajeno me deja sentir sobre esta anestesia.

Reiterando que el mío es un mundo de mujeres, las escucho, las veo, lloro con ellas, me angustio por ellas, me alegro con sus alegrías, pero mío no hay nada. Las enfermedades que las agobian, sus soledades, sus faltas de amor propio, sus descubrimientos de nuevos amores, de nuevos odios, de viejos rencores, de nuevos trabajos, de sorpresivos retos, de eternas despedidas, de nuevas maternidades, de matrimonios, primeras comuniones, bautizos, ateismos, politeísmos, escepticismos, oscurantismos, todos muy juntos son de ellas, nada mío.

Mía esta anestesia, ni siquiera vacío, porque me siento llena, digamos plena, ser vieja dentro de este cuerpo que cada día envejece más, ni siquiera me hace sentir tristeza. Mi experiencia me dice que vendrán las mías, pero presiento que ya no hay nada, ni nadie, ni siquiera yo misma, que me haga volver a sentir, sólo esas, las tristezas y alegrías ajenas son las agujas con las que mi cuerpo reacciona, para que el médico sepa que estoy viva.

11 enero 2009

No se de política.

El titulo dice “periodista”, pero ojo, no se de política.


Nunca he podido entenderla, sus vericuetos me asombran. No se de política, ni de la local, ni de la regional, ni de la nacional, ni para que preguntar por la internacional.


He trabajado con políticos (vamos a ver que significa ese termino, obvio las primeras definiciones tienen que ver con lo público) he comido gracias a políticos, he sido puente para hacer proselitismo, pero jamás lo he hecho; ese es mi corta visión, mi sublime ignorancia al respecto.


Mi abuela a sus 88 años, desplazada de un pueblo del Tolima, primero por se liberal, luego por no ser guerrillera ni darle le comer a la tropa y luego por ser una mujer sola con una importante cantidad de hijos; enterada de que sus padres eran comunistas y su marido “un desgraciado liberal”, pregunta desde su único pedacito de tierra en Bogotá “Pero quién es el Gobierno, qué fue lo que hizo que lo odian tanto?” y se ríe, abuela, me pregunto lo mismo.


Y si todo es política, verdad absoluta que de entrada me parece absurda (aquí es donde los letrados salen a la defensa en corceles), entonces no se nada de lo que soy, o si, supongo que tengo el derrotero de mi política que no entiendo muy bien, de ahí lo confundida. Que alguien me ilumine.



Hablo de la política como la señora que esta polemizando el tema del almuerzo con la vecina, por eso mucho de ese ejercicio político, digamos público mío, es ir a votar, porque sencillamente vivo en una sociedad, que tiene sistemas en los que me interesa participar desde mi bien nutrida inconciencia a cerca del tema.


Así como entonces armada con mi analfabetismo político llegué a las urnas de votación a elegir alcalde, y mientras para muchos era claro, o era importante, para mí sólo fue en blanco.


Entonces la nigromancia tendría efecto sobre las elecciones y quedaría el que los ciudadanos responsables y versados en tema tuvieran a bien escoger, es así como el alcalde llega al poder.


Yo no se como es ser político, como es ser funcionario público, o ninguna muestra de entrega al pueblo, a la ciudadanía, a ustedes queridos votantes. Lo poco que conozco tiene que ver con la responsabilidad que se asume al emprender cualquier tarea, esa si la conozco.


Es así como el acierto de ese programa de radio “Aqui todo fue que fue que” “fue que aquel hizo, fue que el otro dijo, fue que yo, pobre de mi no sabía”, me agobia.


De entrada otra verdad absoluta: uno siempre sabe. Entonces si quiero ser responsable de mis actos (la palabra responsabilidad en mi loco oscurantismo, significa algo más que pararse ahí a ver como salgo bien librado de esta) SOY y me declaro dueño absoluto de las responsabilidades que he querido asumir a riesgo y cuenta.


No se nada de política, quisiera saberlo, lo único que se es que hay que ser responsable.




Adición por comentario complementario.