Lo que pienso del conflicto armado colombiano
Parte I
Esta mañana en la NQS había un mensaje “Felíz Día” hecho por diez policías bachilleres, de los diez ocho tenían una camiseta blanca con cada letra de la frase impresa y los otros dos uniformados eran, supongo, las comillas de la frase.
Me arrancaron una sonrisa no por el mensaje, sino por la alegría de verlos ahí, en medio de la ciudad. Me imaginé a sus madres tranquilas contándole a sus amigas la nueva misión del hijo que está prestando servicio en la ciudad, no en el monte donde le puede pasar cualquier cosa.
Esas son las relaciones extrañas que hace mi cerebro, porque a diferencia de muchos, no me voy a poner a criticar la política de la policía, ni a la institución, por poner a los muchachos a hacer eso mientras hay tanto robo en la calle, no tomo posición frente a eso porque no me interesa, porque yo tampoco tuve un hijo para mandarlo a la guerra.
Es el razonamiento que hacía mientras la noticia de la liberación de los secuestrados me llegaba a través de la voz de una amiga mientras estaba en el corazón de Boyacá. También sonreí, no por Ingrid, ni por lo que políticamente pudo significar el hecho, sino porque las madres podrían ver a sus hijos, los hijos verían a las madres, y sólo Dios sabe que ese es uno de los momentos de felicidad de los que tanto hablan, así se produzca todos los días, no quiero saber cómo puede ser luego de tantos años.
Mientras mi amiga estaba feliz, yo miraba los sembrados de papa, sólo podía pensar "la vida sigue", y no voy a tener más hijos, por lo menos no varones, porque además de tener razones egoístas, como el tiempo, el dinero, no le quiero dar ni este, ni ningún hijo más a esta guerra de mierda.
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clap clap clap!!!
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